lunes, 19 de enero de 2015

SIERRA DE LA PILA: LOS CENAJOS Y LA PILA

Texto: JRChirlaque

Alejarnos de Yecla no nos sirvió esta vez para dar esquinazo al viento frío de enero. Y no por equivocar de destino en nuestra ruta de ayer sábado, sino por no valorar en su justa medida la potencia y grandeza de la Sierra de la Pila.

Para muchos de nosotros, las referencias a la Sierra de la Pila se remontan a la EGB. Nos contaban que era una de las principales alturas de la provincia y tal y cual, pero vista desde la carretera, al pasar por la Hoya del Campo, tampoco parecía una montaña ni tan grande ni tan alta. La verdad es que siempre hemos tenido poco apego a Murcia, reconozcámoslo. Y por ese motivo nos sorprendemos cada vez que descubrimos otro rincón de nuestra provincia a lomos de nuestras bicis de ruedas gordas.

 Partimos temprano, pero menos que otras veces. Hoy solo serán 56 km de coche para llegar al Restaurante Casablanca, junto a la salida 13 de la autovía de Murcia. Al abrigo del desvencijado caserón y habiendo descendido a 350 metros de altura, el viento es apacible y el frío llevadero. Todo apunta a que el sol tardará poco en caldear el ambiente. Y mientras tanto, nos esperan 900 metros de subida hasta la cumbre de la Pila, que se ve allá a lo lejos.
El grupo se despereza en  los primeros 8 km de subida por las pistas de la Sierra. Curva tras curva se progresa a buen ritmo en medio de una paisaje demasiado alterado por la mano del hombre. Mientras en la retaguardia progresamos a ritmo tranquilo, el grupo de cabeza se ha perdido de vista. Recorremos la zona intermedia de la Sierra entre los 750 y los 850 metros contemplando los densos pinares de la umbría y los almendros de secano que se hacen sitio en escasos llanos cultivados.

Tras una hora y diez minutos de pedaleo, alcanzamos el mojón de las Cuatro caras. Un singular punto en el que confluyen los términos municipales de Abarán, Blanca, Molina de Segura y Fortuna. Un destartalado refugio se emplaza en el lugar, pero  el tiempo es benigno y continuamos nuestra marcha por una pista que poco a poco se empieza a empinar un poco más.

En el km 17,5 aparece la pista asfaltada que anuncia la llegada de la hora de la verdad. Lo habitual es que los caminos empiezan de asfalto y terminan en tierra. Pero cuando sucede al revés es porque algo grave va a pasar: 3 km de subida para salvar 350 m hasta el Pico de los Cenajos. Ganamos altura al mismo ritmo que arrecia un viento que a ratos nos lleva en volandas hacia la cumbre. A la vuelta de cada curva aparecen duras rampas que superan el 20% y cuando llegamos a los pozos de la nieve, hacemos una pausa, tomamos aire (un montón) y seguimos subiendo.
Tras el penúltimo esfuerzo alcanzamos el pico de Los Cenajos, desde cuyo mirador a 1.226 metros se divisa una impresionante panorámica de toda la parte noreste de la Región, la dirección desde la que azota un viento helado que nos impide recrearnos demasiado contemplando las vistas.

Nos dejamos caer de nuevo al cruce que antes habíamos tomado y retomamos la ascensión hacia la Bola, la cumbre de la Pila. Llega por fin el último esfuerzo, uno de los más duros por cierto, y nos plantamos en la cumbre. Nos agrupamos por fin los nueves expedicionarios y compartimos almuerzo con varios senderistas, cara al sol y  abrigados del viento por unas peñas. Desde nuestro balcón privilegiado se ve una impresionante panorámica que abarca el Mar Menor, Carrascoy, Sierra Espuña, Sierra de Ricote, entre todo lo demás. Un verdadero mirador Regional.
Acaba el almuerzo pero el viento en las alturas no cesa. La trabajosa subida hace al cuerpo  mantener el calor, pero el descenso nos hiela hasta los huesos. Por suerte, llegados de nuevo al camino de tierra, el tiempo vuelve a ser benigno y el sol nos permite calentarnos un poco, como lagartos. Lo justo para que los dedos puedan volver a frenar en la senda que se abre ante nosotros. Un viejo camino perdido y arramblado, técnico y difícil al principio pero que pronto se convierte en un interesante sendero que aporta variedad a una ruta eminentemente pistera.
Se suceden después tramos de enlace por agradables pistas que serpentean por los barrancos en dirección a la Fuente de la Higuera. Otro divertido sendero, éste totalmente ciclable, llega a las inmediaciones del área de recreo creada en torno a la conocida fuente con cuyas aguas fueron por lo visto muy apreciadas en otros tiempos.
Salimos del complejo campestre por cómodas sendas y llegamos de nuevo a la pista. Completamos el rodeo al Cabezo del Comisario para volver a pisar nuestras anteriores rodadas por la pista que ahora nos sacará de la Sierra en un vertiginoso descenso con largas y cerradas curvas que hacen el recorrido mucho más atractivo.
Abandonamos la pista para entrar en el barranco de Aldeán haciendo el último tramo de senda de esta jornada.

Queda volver al punto de partida, huyendo de la habitual vuelta por la carretera del Boquerón. Nosotros optamos por un entretenido y rebuscado recorrido entre campos de cultivo, por caminos erosionados y orillas de bancal que resulta muy cómodo, agradable y divertido. Hasta que topamos con las cadenas que nos cortan el paso y tenemos que tomar el asfalto 500 metros antes de lo previsto.Siendo la una menos cuarto, una hora genial, estamos de vuelta en los coches. Cargamos las bicis y nos sentamos en el restaurante, en la calle, al sol, disfrutando un final de ruta a la altura de la espléndida mañana de bicicleta que hemos podido disfrutar.

No siendo esta una de las típicas rutas de Turismo en BTT, habitualmente dominadas por las sendas, ha resultado del agrado de todos los participantes. Y doy fe del exquisito gusto que tiene esta peña a la hora de escoger recorridos. La subida a las dos cumbres de la sierra es una experiencia que todo ciclista aficionado tiene que intentar. Es una muesca que no puede faltar en la barra de la bici de una Liebre. El conjunto de las pistas de la sierra está muy integrado en el paisaje. Son caminos bien cuidados sin demasiada anchura que hacen sentirse al visitante dentro del bosque y no de paso. No hay mucha senda, pero las que hay sirven para amenizar el recorrido y romper la monotonía. Y, para terminar, después de casi 1.500 metros de ascensión acumulada, la cerveza fresca y la careta asada del Casablanca se puede tomar sin cargo de conciencia.


Track: Aquí.

Datos prácticos:
Distancia: 50 km.
Ascensión acumulada: 1.500 m.       Altura máxima: 1.266 m
Tiempo en movimiento: 3:30 h.
Dificultad física Media-Alta y técnica Media. Ciclabilidad: 99,9 %