lunes, 22 de julio de 2013

II VUELTA AL TÉRMINO DE YECLA (JUNIO 2013)

(Texto Chir-liebre)
La cara de satisfacción y las agujetas que nos ha dejado la ruta del sábado tardarán varios días en desaparecer. Lo que difícilmente olvidaremos son los buenos momentos vividos y compartidos en esta segunda edición de la Vuelta al Término de Yecla en BTT.
La experiencia del año pasado fue muy útil. Hemos sabido aprovechar los aciertos y aprender de los errores. No nos han faltado colaboradores y además hemos tenido suerte con el tiempo. El resultado ha sido, seguramente, la jornada de bicicleta más completa y gratificante que podemos disfrutar sin salir de Yecla.

Antes de empezar es obligado reconocer públicamente a quienes que han colaborado para que todo saliera así de bien.
Gracias a los primeros y más importantes: los ciclistas, que se han adaptado a todo lo que han encontrado en 152 km de recorrido. Se han metido en todas las encerronas que les habíamos preparado sin quejarse, y, para colmo, han terminado con una sonrisa de oreja a oreja. Gracias, sin excepción, a todos los que habéis participado y a todos los que os habéis quedado con las ganas de hacerlo porque sois la única razón de ser de todo este esfuerzo.
Gracias a todo el personal de apoyo que nos asistió en los avituallamientos.
Empezando por Paco Sánchez Ortuño (Saurín), que se ocupó del almuerzo y se preocupó no solo de echar vino en la bota, sino también de que no faltase café y coñac para los carajillos. Sin olvidarse de la alcuza del aceite, con la que algunos suavizaron el bocadillo y otros aliviaron los gruñidos de la cadena.
Seguimos con Miguel Arana y Carlos Conejero, quienes se ofrecieron voluntarios para lo que fuese menester y se preocuparon de que nadie saliese de las Casas de Palao sin comida y bebida suficientes para llegar a Raspay.
Mención especial para las chicas. Que nos inundaron con su amabilidad y sus cuidados a la hora de la comida en Raspay: Anto, Emi, Esther, Noelia, María Luisa y Mónica. Creo que es imposible hacerlo mejor.
Sería injusto no mostrar también el reconocimiento de todos Juanmi Muñoz González, que, a pesar de haber pasado otra noche en blanco (o en Blanca, y no precisamente cerca de Abarán), estuvo todo el día de un sitio a otro: cámara en ristre haciendo el gran reportaje fotográfico del que hoy podemos presumir; trasladando las sobras de la Buitrera al Ardal, y del Ardal a Raspay; llevando noticias a los de delante de lo que pasaba por detrás. En una palabra: haciendo de traidor (y llevador) de todo lo que fuese menester.
No nos podemos olvidar de Jesús Verdú, concejal de Medio Ambiente, entre otras cosas. Su intervención solucionó en cinco minutos lo que no pudimos lograr en otros despachos y medió para que nos cediesen el local social de Raspay y utilizarlo durante la comida. Eso sí es eficacia; la misma que mostró Miguel, el Alcalde Pedáneo de Rapay, que se desvivió porque no nos faltase de nada, sacando casi cuatrocientas sillas, si bien, con 113 km ya recorridos, lo que nos cantaban los sobacos no eran precisamente villancicos.
Tampoco nos podemos olvidar de Alberto García Cantero, quien no pudo participar por imposiciones del trabajo, pero que colaboró desinteresadamente, sacando tiempo de donde no lo había, en el diseño del cartel de la marcha y del maillot conmemorativo que pronto podremos lucir.
Gracias por último a la Junta Directiva del Club que ha gestionado lo mejor que ha sabido el evento, y a los que colaboraron en los preparativos del viernes, todos de aquí para allá, preparando y organizando los víveres que nos repusieron las fuerzas para terminar.
Y una mención adicional a los tres establecimientos que nos han suministrado de casi todo lo necesario para la jornada: Autoservicio Lepanto, Frutas Hernández y La Cocina de la Abuela.
Hechas las presentaciones y las fotos de rigor engranamos un piñón cómodo para llegar por la Vía Verde del Chicharra hasta el límite municipal, frontera con Villena, verdadero punto de inicio de la ruta. Tomando dirección norte cruzamos carretera de Villena y de Caudete pasando antes por La Dividilla; y transcurrida la primera hora habríamos llegado a las inmediaciones de la Casa de Doña Elena, consumiendo las primeras sendas del día por los Altos de Caudete y la Rambla de Rovira. De camino, Paco, nuestro presidente, rompe uno de los escasos radios de sus flamantes ruedas Crossmax y se tienen que volver al pueblo. Me consta que sacó de la cama al mecánico que le reparó la avería para poder retomar la ruta en Los Gavilanes.
Acabada la segunda hora habíamos subido por la Casica Palabra, después de recorer las sendas del Cuchillo y la dividilla con Caudete que cruza la Traviesa junto a la Casa de Los Aljibes. Las trampas de grava suelta que empezaron a incomodar a más de uno.
Seguimos adentrándonos por los Rincones de la Fuente del Pinar y nos clavamos, como no, en un bancal. ¿Se puede imaginar una ruta de Los Liebres sin tramos de CB-BR(1)? Pues no. Así que ahí estaba el primero del día. Y poco después, pasada la Casa Almendros, el segundo. Y un poco más allá la senda que sube a los molinos de Tobarrillas en la que todos nos ganamos el almuerzo que nos reservaba Paco Sánchez cerca de la Casa del Requeté, al poco de pasar por Los Hitos.



















Un rato de merecido relax al Sol, bajo unos chaparros empinando la bota y posando para la prensa gráfica. Se veía a la gente contenta. El Sol no calentaba lo suficiente y casi nadie se desprendió de ropa. Llegaron Gabi y Juan Ortuño (con otra rueda rota de la misma marca que antes) que se comieron el bocadillo en marcha y salieron cortando sin tomar café. Saludando a unos y a otros andaba cuando veo que Andrés y sus Jóvenes Promesas estaban en marcha y a más de doscientos metros. ¿Es que hoy todo el mundo tiene prisa? Prácticamente no los volví a ver hasta el final.
Pasaba la cuarta hora y salía de la Rambla del Morteruelo tras rodear el Arabí. Siguieron La Hoya Muñoz, Molineta de la Casa Serrano, las Lomas de las Gateras, y Las Espernalas, paraje solitario y alejado de todas partes que antecede al Pozancón, donde termina la tranquilidad y llegan otra vez las cuestas que suben a lo alto de Los Gavilanes para cobrar, de recompensa, acabada la quinta hora, la senda de bajada en la que por fin parece que mis frenos se acomodan y dejan de chillar. Como voy solo, nadie me estorba ni me aprieta, sabiendo que no me voy a perder: me sé la ruta de memoria y mi Sportiva me avisa en cada cruce y desviación.
Llega el Cerro de los Condenados y su senda, la carretera de Jumilla y Los Charquillos. Nos acercamos a la Umbría de la Pava y por su senda consumo la sexta hora de bici. Bajo con cuidado entre Gavilanes y me encuentro con Los Hombres de Paco y el mismo Paco (el presi, que rompió la bici antes del amanecer).
Saludo al vecindario en las Casas de Palao, donde Miguel y Carlos lo tienen todo a punto para de que no nos falte de nada. Y continúo en dirección al segmento más duro del día: el inicio de la subida al Carche y el Barranco del Saltador con el Collado de Justo, junto a la loma de las Gamellejas de aperitivo. Todo se superó mejor de lo esperado. Recordando el calor asfixiante que pasamos en el 2012, y con un firme recién reparado, el calvario del Carche fue menor de lo temido, pero que nadie se lleve a engaño: las cuestas no las han quitado.



Y así, tras pasar entre las Casas de Pisana y bajar por las descarnadas pistas que llevan al Carche, llegamos, cumplida la octava hora, a Raspay: el segundo momento más esperado del día (el que más lo fue, sin duda la meta).
Gracias a Jesús, el concejal, y a Miguel, el pedáneo, pudimos comer con las comodidades más elementales. Y algo tan sencillo como un techo, unos aseos y unas sillas fueron un lujo en medio de nuestra dura jornada de pedaleo que todos agradecimos sinceramente. Nada que ver con el derrote del año anterior tirados por el suelo a la sombra de los soportales. Unida a las bebidas frescas, la fruta y el café, la ensalada de pasta que nos cocinó La Abuela Mari Carmen nos dio las fuerzas necesarias para seguir y disfrutar en la parte final tanto o más como a primera hora de la mañana.


Me dio la novena hora faldeando la Sierra de Salinas, tras pasar la senda del Barranco de los Estrechos. Aquí empieza un tramo de unos 8 km de buena pista en el que se suceden subidas y bajadas suaves en las que a poco fuerte que uno esté, se le crece el ego y la autoestima viéndose subir como un cohete y bajar como un trineo. Sin embargo este sábado la cosa fue distinta. Al llegar las subidas, mis castigadas piernas me pedían calma. Y yo, por supuesto, se la daba. Además no podía dejar de olisquear el aire como un sabueso y mirar de reojo a derecha e izquierda temeroso de que algún jabalí me volviese a salir al encuentro. Por cederle el paso, más que nada, ya que van todos sin seguro y andar luego rellenando el parte amistoso es perder el tiempo y tontería.
Fue en este penúltimo tramo de la vuelta donde el recorrido varió del año pasado. Para reducir los tramos de asfalto a lo inevitable, la ruta se prolonga por la Sierra de Salinas hasta bien entrado en el término de Villena. Buscando un collado en el Serratejo se sale por una senda recién descubierta, grata sorpresa para la mayoría de los participantes. Después enlazamos con el barranco de La Bronquina y allí terminé con la décima hora.

Al final se sale a las Casas de la Argandoña, recorriendo 600 metros de asfalto para entrar en el último tramo: Casa del Cónsul, Magán y Las Cabezuelas. Aquí los calambres estuvieron a punto de poder conmigo, pero me alié con un gavilán rezagado y nos animamos mutuamente hasta coronar la última subida del día, que en cualquier otro momento no llega a ser ni repecho, pero que por un momento me pareció un Tourmalet. Ya estaba hecho. Tomé la Vía Verde en el sentido de vuelta. Vi por última vez como los Gavilanes se volvían a distanciar de mí y en solitario, como en los últimos cien kilómetros, transcurridas once horas y tres minutos desde que me puse en marcha a las 6:09, llegué a la Estación de Autobuses. Allí estaban ya Los Hombres de Paco, Las Jóvenes Promesas, y el equipo verde de Los Gavilanes. Gabi y Juanmi Ortuño volvieron después ya duchados. Ellos juegan en otra división.
A intervalos regulares seguían llegando grupos; Medina y sus chicos, Los Músicos, por delante, los Hombres Mayores entre medias y al final del todo Las Autoridades (bajo palio), que emplearon más de catorce horas en completar el recorrido, pero ni los problemas físicos ni los mecánicos les hicieron abandonar.

Hay que reconocer que esta gente que monta en bici es la caña del jamón. Llevando once, doce o catorce  horas sobre la bici. Habiendo recorrido ciento cincuenta y dos kilómetros, ascendidos dos mil quinientos setenta y tres metros durante sesenta y dos kilómetros de cuestas, muchos por tramos de las diez sendas recorridas. Habiendo pasado frío, calor, hambre y sed. Varios después de sufrir averías, algunos con heridas en la piel por las caídas, la mayoría arañados por la vegetación. Pero TODOS, sin excepción, con una sonrisa, con la satisfacción en el rostro y el orgullo de haber superado un reto personal para el que nos llevábamos preparando varias semanas o meses: empezar y terminar la Vuelta al Término de Yecla en BTT.

Esta segunda edición de La Vuelta ha sido un éxito: todo el mundo ha podido disfrutar de la ruta a su ritmo, con sus compañeros, sin más preocupación que pedalear con cabeza conservando fuerzas para el siguiente repecho. Para los escépticos, que sepan que el recorrido es mucho más ameno, variado y divertido de lo que a primera vista, y por la denominación de la marcha, pudiera parecer. Se recorren los parajes más emblemáticos del término. No faltan los tramos de sendas, las pistas forestales y los rincones casi inéditos. La dureza es la que cada uno está dispuesto a poner y soportar. Los apoyos en los avituallamientos son sido ideales, difícilmente superables. El día que nos ha salido no lo podíamos ni soñar, y no lo podemos garantizar para otros años. Las caras de satisfacción y los comentarios hablan por sí solos y yo no me sé callar.
Con la variación introducida en el recorrido de este año se ha aumentado la dureza del final, tampoco tanto, pero se ha enriquecido con unos parajes mucho más adecuados y atractivos para la bicicleta de montaña. Pensábamos que era un acierto y así nos lo confirmó la mayoría. Podemos afirmar que hemos hallado el recorrido “Oficial”.

Hay que destacar también que la Vuelta al Término no es solo cosa de Los Liebres. Los compañeros de la Peña Los Gavilanes se han sumado con entusiasmo. Los “Fuera-Pistas” han repetido la experiencia: debe ser que no les disgustó. Hemos contado con participación internacional, con bikers de Cieza, Ontur, Sax y otras tierras del extranjero. También nos habría gustado contar con una representación del CCY y algún que otro carretero ortodoxo. Pero todo se andará, y en sucesivas ediciones se terminará de consolidar este día como la verdadera fiesta local de la bicicleta.

A seguir disfrutando…
Datos de la ruta:
 Enlace para descargar el Track.

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