lunes, 27 de octubre de 2014

CALAR DEL MUNDO Y ARGEL DESDE EL PUERTO DEL ARENAL (SENDERISMO)

Ya hace unos cuantos años que venimos recorriendo los alrededores de Riópar y el Calar del Mundo por variadas y sorprendentes rutas en bicicleta de montaña, lo que nos ha permitido tener una amplia visión de conjunto del Calar. Así que, en esta ocasión, tocaba procesar toda esa información y concentrar, en una ruta de senderismo, todos los puntos de interés de la zona. El resultado ha sido, como no, una larga, variada y completa excursión de montaña.
Comenzamos a caminar (8:55 h) desde el Puerto del Arenal por un camino, posterior sendero, en continuo ascenso hasta bordear la Morra del Navacico y alcanzar la Cañada de Los Mojones.
El sendero atraviesa una finca de reses bravas y continua ascendiendo entre un bosque de encinas. Poco después llegamos a un mirador situado en la vertical de la cueva de Los Chorros.
Después de contemplar el paisaje, continuamos el ascenso hasta que llegamos a la altiplanicie kárstica de El Calar del Mundo. Roquedos y dolinas, tapizadas por verdes prados, acompañan nuestra caminata por este extenso, agreste y solitario desierto pétreo.
Pasamos junto al Pozo de la Bomba y la Cañada de las Yeguas. Desde aquí acometemos las últimas rampas que nos acercan a la Cuerda de Los Tornajos, la cual seguimos hasta alcanzar la cumbre del pico Argel (1.698 m).  
Descendemos la cuerda del Argel hasta llegar a la, en estas fechas, seca fuente del Buitre, junto a la que descansan un grupo de reses. Continuamos por un estrecho camino, atravesando la Torca de Los Caballos, y nos desviamos al este para contemplar un ejemplar de tejo milenario, enclavado en el fondo de una pequeña y característica dolina.
Retomamos la marcha, continuamos enlazando distintos caminos y llegamos a la fuente de La Media Fanega donde repostamos agua. Un tranquilo paseo por una cañada, entre verdes prados, nos conduce a la Fuente del Espino y el GR-66. Seguimos por este último, en dirección norte, entre un agradable bosque de encinas, hasta que llegamos a un refugio y alcanzamos el borde norte del Calar.
A partir de aquí, comenzamos un rápido y prolongado descenso por un frondoso bosque de encinas salpicado, aquí y allá, por coloridas, intensas y policromáticas pinceladas otoñales de robles y otros árboles caducifolios.
Terminada la bajada, nos desviamos por un sendero, ya en ascenso, que nos lleva hasta el aparcamiento de Los Chorros, en donde paramos a comer. Aprovechamos la ocasión, como no, para volver a visitar el singular y precioso entorno del nacimiento del río Mundo.
Desandamos este tramo, volvemos al aparcamiento y tomamos un escondido sendero, paralelo a la carretera, que nos conduce hasta un camino. Continuamos este último, pasamos una fuente, junto al cortijo de Elena, y, poco después, nos desviamos por un sendero que en suave ascenso atraviesa la carretera de acceso a Los Chorros, continua por un singular bosque de pinos y nos conduce nuevamente al Puerto del Arenal (16:35 h).
En resumen, una larga, variada, amena, completa y recomendable excursión de montaña, por las riberas y el Calar del río Mundo, que nos ha permitido disfrutar de verdes y extensos prados, roquedos y dolinas kársticas, amplias vistas, árboles milenarios, frondosos bosques y policromáticas pinceladas otoñales.

Track: Aquí

Datos prácticos:
Distancia: 23,5 km
Desnivel acumulado: 900 m 
Tiempo en movimiento: 05:55 h.
Dificultad física: Media-Alta.

Sierra de Moratalla: una de las grandes.

Crónica por: JRChirlaque

No recuerdo con exactitud cuantas veces se aplazó la ruta de turismo en Btt por la Sierra de Moratalla. Pero no me puedo olvidar de la cantidad de veces que rehice y recorté el track consciente de que aquello se iba de las manos con demasiada facilidad, y que los kilómetros recorridos sobre el terreno pesarían en las piernas mucho más que los que sin ningún esfuerzo dibuja el puntero del ratón sobre la pantalla del ordenador. La ruta que se hizo este sábado, lo confieso, es la decimocuarta versión de las que se estudiaron. No deja de ser algo meramente anecdótico, pero el dato da al menos una idea de las inmensas posibilidades que encierra para la bicicleta de montaña la sierra en la comarca del Noroeste de Murcia. Lástima que por allí no hay aún un club que organice carreras y transite las sendas, porque el terreno y el paisaje son algo espectacular.
Tras el madrugón de rigor, llegamos al Camping La Puerta de Moratalla, donde nos dejaron aparcar los coches con la promesa de comer en su restaurante al terminar la ruta. A las 8:40 estamos ya pedaleando por la pista que asciende junto al río Alhárabe. El camino es ancho y el firme bueno, lo que permite disfrutar de las espectaculares vistas que nos brindan a la izquierda los Cenajos del Agua; imponentes paredes verticales que limitan por esta vertiente la Sierra de los Álamos.
Vadeamos por primera vez el río y en el km 8 dejamos la pista por la derecha para empezar a enlazar caminos, de esos cojonudamente malos, que tanto nos gustan a Las Liebres.
El río Alhárabe vuelve a cruzarse en nuestro camino, ahora con más agua. Pedro y yo nos atrevemos a cruzarlo y nos mojamos hasta media pantorrilla. El resto, más sensatos, encuentran el sitio por el que evitar el agua. Y sin cambiarnos de calcetines, seguimos, sube que te sube, superando cuestas y revueltas.
Llegamos al primero de los cortijos abandonados que veríamos ese día: el Cortijo de la Cueva de Roberto, desde el que se contempla una excelente panorámica del valle del río que acabamos de remontar. Según se gira después a izquierda se observa por la derecha la impresionante cingla que se acaba de remontar y sobre la cual continúa nuestro trayecto hasta llegar al Collado del los Lobos, donde, de momento, la subida parece terminar, pues el camino, o lo que a tramos queda de él, va descendiendo por la derecha de las tierras de cultivo abandonadas desde decenios, desde el cortijo de Hondares de Arriba al de Hondares de Abajo. Con el arroyo del mismo nombre entre ambos que también habrá que vadear hoy en más de una ocasión.
Como en este punto la ruta pasará por dos veces, no nos detenemos y retomamos la subida de inmediato. Nos espera el Collado Quintero para seguir en dirección al Puntal de la Atalaya, en la Sierra de la Muela de Moratalla, donde terminan, por fin, los 19 km de ascensión prácticamente continua que llevamos recorridos desde la salida.
Si la subida había sido exigente hasta el momento, por los continuos repechos y el estado del terreno, la bajada no lo es menos. Cortando las curvas de nivel por la línea de máxima pendiente, un erosionado camino lleva bicis y pilotos al máximo en un terreno peligroso hasta un collado en el que la pista gira a la derecha hacia el Cortijo de Bañador, pero que nosotros abandonamos por una senda que nos llevará al pie de la subida al Castillo de Benizar, que prometemos hacer otro día a pie. La senda tiene un principio agradable, dejándose hacer con facilidad hasta que se pasa otro collado y la situación se complica de nuevo, con un terreno ideal para partirse la crisma que alterna piedra suelta con portales en roca, lo que lo hace accesible a muy pocos. Uno de esos pocos es el compañero Fran, que se mantuvo sobre la bici todo el rato, salvo un par de portales de tamaño 3XL. Todo un espectáculo para quien lo pudo ver  bajar esos 700 metros con una pendiente media del 27%  por una senda totalmente destrozada por la lluvia y las motos. Merece la pena hacer la senda solo por ver cómo la disfruta Fran. Para evitar esta bajada se puede continuar la pista hasta el Cortijo del Bañador y volver después por el Castillo de Benizar tras una dura subida.
Con tanta faena amontonada, eran más de las once y estábamos sin almorzar. Pasamos rápido por la Fuente del Molino y el Rincón de las Cuevas, que también prometimos visitar a pie otro día con la familia, (yo ese cromo ya lo tengo, pero no me importará repetir). Y vamos desde Benizar hasta Otos por la carretera con un rugir de tripas que ninguno podía disimular. Y en el Bar-Tienda de Manuel paramos a comernos el bocata con las cervezas y los cafés que muy amablemente nos sirvieron.
Con la barriga llena, las cuestas de la Senda de la Valera fueron un suplicio para algunos. Cuando se asentó el polvo que levantó un quad circulando como por una ciudad sin ley, pudimos ver el empinado camino que lleva a una senda que hay que hacer a pie sin más remedio, algo con lo que ya contábamos. Lo que ninguno esperaba es que llegado al alto, y ya por terreno llano, la senda, que discurre por un pedregal, fuese impracticable para las bicis. Al menos para las ruedas de 26" y 29". Habría que probar con una 36" y no sé yo, no sé.
Tras otros 200 metros penando tomamos a derecha una pista decente. Pero no era lo que ese día íbamos buscando, así que a los pocos metros cogemos por la izquierda el viejo camino que se adentra en la desolación y el abandono camino del Cortijo de la Valera. Los pinos desaparecen y los chaparros se van clareando hasta que nada más quedan los yermos que rodean las majestuosas ruinas. Flanqueadas por un olmo de gran porte y vigiladas de cerca por una impresionante noguera, cuyo tronco abatido se aferra a las pocas raíces que le restan resistiéndose a sucumbir bajo azote del viento. El conjunto y el paraje, en esa llanura a más de 1200 metros de altura, son de una belleza sobrecogedora. Cuesta imaginar la dureza de la vida para aquellas personas que tuviesen allí su casa y su sustento. Hoy allí no queda nadie, no trabaja nadie, no transita nadie. Excepto un grupo de amigos que van a recorrer sobre sus bicis la senda que antaño hiciesen los paisanos del lugar y que nos llevará al Rincón de los Huertos en un recorrido agreste y duro pero en esta ocasión totalmente ciclable. Me atrevería a decir que hemos sido los primeros en rodar por allí en muchos años. Probablemente no recorría esa senda una bici desde que algún mozo acudió desde Bajil al baile que se celebraba después de la cosecha en el cortijo, con intención de echarse novia, montado en una de aquellas bicis negras con freno de varilla y alforjas que alumbraban el camino con la luz del foco y la dinamo. Merece la pena que el recorrido no se pierda. Es algo auténtico de verdad; posiblemente el mejor escenario para una concentración de galgas, de esas que están ahora de moda.
Dejamos a un lado la nostalgia y llegamos al Rincón de los Huertos, por esa, repito, magnífica senda. Tomamos el camino hacia Bajil, que no deja de picar hacia arriba. Un pequeño respiro tras pasar el Collado Blanco y de nuevo hacia arriba remontando la Cañada de Bajil. Una parada en la fuente para reponer agua y continuaremos hasta llegar a la carretera.
A los pocos metros de estar bajando, tomamos un camino a la izquierda que nos sumerge en un bosque especialmente singular: el Chaparral de Bajil. Un bosque que ocupa una planicie calcárea a más de 1300 metros de altura, en el que no hay un solo pino; todo son encinas y sabinas. Un precioso recorrido ondulante que será la cota más alta de la ruta (1378 m) que termina de nuevo en el Rincón de los Huertos, que ahora dejaremos atrás hasta llegar, por un terreno difícil a esas alturas, tanto en subida como en bajada, a la carretera de  Benizar, que dejaremos enseguida para adentrarnos en otro inmenso pedregal en busca de otro de los platos fuertes del día: la bajada del Poyato.
Desde la carretera al Cortijo de Hondares hay un desnivel de 200 metros, con cortado de casi 100 metros entre ambos. Cuando pasamos por el cortijo a la ida, la vuelta por aquel acantilado nos parecía algo imposible. Sin embargo una increíble senda desciende encajonada en la roca ofreciendo un verdadero espectáculo a quien se atreve a bajarla. Las vistas que se abren delante, con el cortijo de Hondares abajo, y todo el valle que desciende hasta La Puerta son irrepetibles. No importa tener que bajar 450 metros andando, (Fran andó bastante menos) porque el paisaje y el lugar lo compensan de sobra.
Llegado a un aprisco de ganado al abrigo del cortado, la senda se vuelve dócil y permite disfrutar un rato la bajada hasta el camino que nos llevará de vuelta a Hondares. Es ahora, bajando después de horas por donde antes habíamos subido, cuando apreciamos realmente la dureza del terreno que hemos recorrido. Pero el final se va acercando.
Un último repecho y empieza la senda que recorre el barranco y arroyo de Hondares. Hacemos la última parada obligada en la Cascada de Hondares y Poza de las Tortugas y empezamos el último, ahora sí, descenso por el conocido hasta los Baños de Somogil, que alterna senda, barranco y camino, donde no faltó otro vadeo del río, por un recorrido extraordinariamente roto y pedregoso de esos que tanto gustan a esta tropa.
Y así se llega a la pista que nos vio salir hacía ya casi siete horas. Algunos con tal paliza en el cuerpo que las suaves ondulaciones del final del camino se nos antojaron la última e infranqueable barrera que nos separaba de nuestro final destino: un cuarto de arroba de cerveza fresca y un plato lleno cualquier cosa que nos calmasen el apetito y la sed que infinita que traíamos.
Conseguimos acabar la ruta, yo que llegué el último, a las 15:34. La recepción del Camping la Puerta nos trató de maravilla y pudimos disfrutar de una reparadora ducha. Y ya vestidos y aseados como las personas normales, recibimos un trato exquisito en el restaurante del camping y disfrutamos una agradable comida en su terraza en una tarde de temperatura ideal.

Esta ruta se aparta quizás un poco de la tónica general de las salidas de Turismo Btt del Club, en las que los senderos son siempre protagonistas. Aun así hay cuatro sendas importantes, aunque solo una es ciclable para todo el mundo (entiéndase todo el mundo que tenga un mínimo de técnica). El protagonista principal es el paisaje y el recorrido en sí mismo. Pero que nadie espere de ella un cómodo paseo campestre porque el terreno es complicado y rebuscado, huyendo de los caminos trillados y buscando los pasos más difíciles que encierran los secretos mejor guardados de la Sierra.

Datos prácticos:
TRACK DE LA RUTA:

Distancia total 54.50 km
Ascensión acumulada 1600 m
Tiempo en movimiento 5:27
Tiempo total 6:54
Velocidad media 10 km/h.

lunes, 13 de octubre de 2014

CAÑON DEL RÍO JÚCAR

Después del intento frustrado de recorrer el cañón del Júcar en bicicleta de hace un par de años, esta vez tocaba realizarlo en una salida senderista familiar.
El recorrido sigue un antiguo camino de servicio del "Canal del Júcar", túnel de 14 km de longitud construido en los años 50, que lleva agua desde el embalse de El Molinar hasta la central hidroeléctrica de Basta en Cofrentes.

"... en 1950 España comenzó a demandar más energía y se proyectó llevar las aguas del Júcar desde El Molinar hasta Basta, poco antes de que el Cabriel se junte con el Júcar en Cofrentes, con un canal/túnel de 15 kilómetros con el que se consigue un salto de 141 metros, el doble que con el salto original. Los trabajos fueron penosos y el esfuerzo descomunal. «La arcilla de la nueva presa la dejaban caer desde arriba, en el precipicio, y el hormigón del túnel lo secaron con hogueras para llegar a tiempo» asegura Pedro Poveda, de Hidroeléctrica, hoy Iberdrola. El Jefe del Estado, Francisco Franco inauguró la central. A los postres se sirvieron fresas con nata, recuerdan todavía en Cofrentes".
A pocos cientos de metros del inicio de la excursión comenzamos a disfrutar de espectaculares vistas del cañón y río Júcar.
Atravesamos 3 túneles, restos de obra civil, edificaciones y poblados abandonados ubicados junto a impresionantes precipicios.
Después de pasar dos túneles, el camino, parcialmente ocupado por desprendimientos caídos de las paredes contiguas, se convierte en sendero. Poco después llegamos al tercer (y último) túnel, donde se interrumpe el sendero.
La vuelta la efectuamos por el mismo recorrido, aunque para aquellos más ágiles y atrevidos puede completarse la excursión descendiendo hasta el curso del río por una empinada pedrera y sendero (pendiente que posteriormente nos tocará remontar, a no ser que optemos por una variante acuática de la ruta).
Aprovechamos la ocasión y la tarde para visitar la feria gastronómica, "El Corte de la Miel", que se celebra anualmente en Ayora coincidiendo con el puente de la hispanidad.

Track (wikiloc): Aquí.

Datos prácticos:
Distancia (ida/vuelta): 11 km
Desnivel acumulado: 450 m
Tiempo en movimiento: 3:30 h.
Dificultad: Baja
Acceso inicio ruta: Desde la carretera nacional N-330, tomamos la última salida a Jalance (en sentido Almansa-Cofrentes) y, a escasos cientos de metros de la misma, nos desviamos por un camino asfaltado a la derecha. A continuación, justo después de cruzar un puente sobre el río Júcar, nos desviamos a izquierda. Seguimos por este camino asfaltado varios kilómetros y después de cruzar la rambla Star, giramos nuevamente a izquierda. Continuamos algún kilómetro más y dejamos el vehículo en una pequeña explanada junto a un cruce con un camino de tierra. La excursión (no señalizada) comienza por este camino de tierra.