martes, 28 de mayo de 2013

CAMARILLAS-ESTRECHO DE ALMADENES -CENAJO

(Texto Chir-liebre)

Cuando este sábado de madrugada salíamos hacia Agramón, una espesa niebla ocultaba el Sol, que anduvo rezagado toda la mañana, apareciendo lo justo para propiciar una magnífica mañana primaveral en la que disfrutar de lo lindo sobre nuestras bicis.
A las siete y cuarenta, dudando cual sería el vestuario idóneo, iniciamos el pedaleo por la carretera A-14 en dirección a Las Minas.
En el km 2 dejamos el asfalto para tomar un camino a la izquierda que tras cruzar el Arroyo de Tobarra recorre la orilla izquierda del Río Mundo en un agradable paseo entre choperas.
Choperas en el margen derecho del río Mundo.
Tras una cadena tomamos una subida a la izquierda y atravesamos campos de cereal que nos conducen a las inmediaciones de un tramo desmantelado del ferrocarril. Cruzamos la vía del tren por un paso elevado para adentrarnos en una sucesión de subidas, curvas y bajadas entre lomas repobladas de pinar que, tras diez kilómetros, nos llevaron de nuevo al ferrocarril. Cruzamos ahora bajo un puente y pronto llegamos a la Presa de Camarillas. Allí contemplamos el pantano y el inicio del estrecho de Almadenes, la impresionante cortada del río en la roca que bastó taponar con una obra de poca envergadura para crear el embalse.
El estrecho de Almadenes desde la presa de Camarillas.
Al salir del túnel de la presa empezamos a contemplar la devastación que causó el fuego entre el uno y el siete de julio del 2012. Subimos por el camino asfaltado y cerrado al tráfico los 1200 metros que llevan al cruce con la A-14. Como el asfalto no es lo que mejor le sienta nuestras gruesas cubiertas, tomamos el camino a la izquierda para bajar entre atochares hasta la vega próxima a las juntas del Mundo con el Segura. Parece que había algún cartel amenazante, pero, la verdad, con la velocidad del descenso no nos dio tiempo a leerlos. Quizás otro día con más calma…
El estrecho de Almadenes desde su salida.
El trazado del antiguo tren minero de Hellín nos lleva de nuevo al río y al otro extremo del estrecho de Almadenes, a 600 metros de la presa desde la que vimos su comienzo. Las fotos los dicen todo. Un lugar increíble y espectacular donde por desgracia la mano del hombre tiene demasiada presencia. Un recorrido colgado de las paredes rocosas nos adentra por el cañón y lo seguimos hasta donde el sentido común nos aconseja detenernos. Allí, mirando aguas arriba, es fácil imaginar la belleza y la singularidad de ese accidente geográfico único. Sin embargo, al volver la vista, el río parece una fiera salvaje domesticada y humillada en un circo ambulante. Acequias, azudes, canales, torres eléctricas, barandillas sin gracia, casetas almenadas y cobertizos de chapa compiten en fealdad entre ellos. Lo que sumado a las ingentes cantidades de basura que se acumulan por todos los rincones nos hacen renegar del género humano, o al menos a los humanos de ese género.
Volvemos sobre nuestras rodadas y atravesamos un pequeño túnel del antiguo ferrocarril que seguimos ahora hasta la población de Las Minas. Desde allí se divisan en la sierra los restos de la actividad de extracción de azufre en las minas que durante más de 500 años y hasta 1960 estuvieron en funcionamiento.
Infraestructura hidráulica en el estrecho de Almandenes.
Cruzamos el río Segura por El Salmerón pasando de Albacete a Murcia. Allí, siendo las 10:25 saludamos a dos miembros del grupo ciclista “La Llave Grifa”, conocidos a través de nuestros respectivos Blogs y el de 50 KM. Habían salido a la 1:00 de Albacete con dirección a Murcia, en un reto personal que se truncó por problemas físicos y mecánicos. Otra vez será, chavales. Tenéis toda la vida por delante.
Desde El Salmerón seguimos subiendo hacia la Cañada de Mobarque, solana de la Sierra de Cubillas y Collado de Buendía. Tierras todavía calcinadas por el incendio que tardarán en recobrar su esplendor. Alcanzamos la carretera del embalse del Cenajo a cuya presa nos dirigíamos. Divisamos a varias liebres carreteras entre un grupo de ciclistas de pelaje diverso paradas en la planta embotelladora por debajo del camino, cuando a voces nos llamaban preguntando si teníamos un tronchacadenas. ¡Sonaba a broma pero era verdad! El Canuto había roto la cadena, no tenían herramienta e intentaban que unos cerrajeros que había allí trabajando les echasen un punto de soldadura. Ver para creer. En un grupo de unos quince paisanos, carreteros empedernidos la mayoría, con más años en la carretera que el toro de Osborne y más kilómetros en sus piernas que la Renfe, nadie llevaba un tronchacadenas; y tuvieron que llegar los liebres a repararles la avería, al menos lo suficiente para poder llegar a Hellín y entrar a un taller. Deberíais ir pensando en comprar, entre todos, una multiherramienta de esas con troncha, llaves y destornillador. Y para repartir el peso la podéis ir llevando cada semana uno, como se hacía en mi calle con el Corazón de Jesús cuando yo era pequeño. No penséis que los liebres van a estar siempre allí para socorreros. Aunque sabéis de sobra que podéis contar con nosotros cuantas veces sea necesario.
El embalse del Cenajo hasta arriba de agua.
A todo esto que llegamos a la presa y embalse del Cenajo. En la vida había visto un pantano así de lleno. Estaba “rasetico, rasetico”, que dijo aquel cuando vio el mar. Además totalmente en calma, con lo que las montañas de alrededor se reflejaban en un espejo creando una imagen de postal.
Cuatro sin-cálculo en la presa del Cenajo.
Continuamos por la orilla derecha del río Segura que nos seguía ofreciendo unas magníficas estampas fluviales dignas de calendario. Paramos a reponer fuerzas y entramos a inspeccionar el río en la presa del Hondón, un azud que alimenta una gran acequia. Pasaba mucha agua. Demasiada para unas liebres de secano.
Orillas del Segura
Estábamos llegando al punto crucial de la ruta. Me explicaré. En nuestro recorrido habían dos alternativas para cruzar el Río Segura por el paraje del Hondón: por el puente o por el vado. Con el agua que bajaba, el vado parecía una temeridad, pero para llegar al puente había que salir del cauce, muy cuesta arriba y dar un rodeo de cinco kilómetros. Ya podéis suponer la decisión que tomamos los cuatro insensatos que nos dimos cita el sábado: a mojarse tocaba. Pepe Sánchez, experto conocedor de todo lo que tenga relación con la montaña y el aire libre, nos guió sin vacilar en nuestra travesía. Nos hizo subir unos metros por la orilla para cruzar en una diagonal favorable a la corriente y se adentró el primero con su bici en alto, para que no se mojara. ¿Recordáis las películas de guerra en las que los soldados cruzaban con el agua al cuello y el fusil en lo alto? Pues lo mismo pero con la bici. Ya no había marcha atrás y me metí al río imitando a nuestro guía. No me preguntéis si el agua estaba muy fría. No lo sé. Esa era en ese momento la menor de mis preocupaciones. Tampoco sé quién me siguió en el intento porque bastante tenía con mantener el equilibrio en una corriente más fuerte según llegaba al medio del río. Por momentos sentía que flotaba y que el agua me arrastraba. Pero Pepe ya había llegado a la orilla, dejado su bici en tierra firme y volvía a echar una mano a los demás. Andrés, el menos corpulento de los cuatro, fue quien pasó el peor rato. Pero gracias a Pepe, una y mil veces, recordaremos el momento como una fuerte emoción y no como un percance. Para quien tenga intención de repetir la ruta, si la presa del Hondón no asoma del agua en todo su largo, que se abstenga de cruzar el vado aguas abajo si no va provisto de ancla.
Cruzando el Segura por el Hondón.
Ya en la otra orilla continuamos la ruta recorriendo la vega, de frutales y arrocera, hasta poco antes de llegar a la Ermita de Maeso, que como todos sabéis fue alcalde en Yecla. Para evitar el asfalto nos metimos otra vez por un bancal de avena sin percatarnos de que había una cadena. Recorrimos un interesante paraje junto a cortados blanquecinos que nos recordaron por primera vez que se acerca el verano y por fin llega el calor. Al salir de la zona encontramos otra cadena. Tomamos de nuevo la A-14 que volvemos a abandonar muy pronto para recorrer unas canteras que conforman un paisaje casi lunar que se asoma a la abundancia de las vegas del Segura y el Mundo.
Con tanta barrera y cadena en los caminos no terminamos nunca de saber en ningún momento si estábamos dentro o fuera de lo acotado. Tampoco nos importaba demasiado. Al fin y al cabo no se perjudica a nadie por cruzar un camino en mitad de un desierto. Por fin divisamos la cola del embalse de Camarillas y llegamos a su orilla derecha.
Llegando al embalse de Camarillas.
Esta parte de la ruta la realizamos siguiendo la huella del GPS porque la senda es más fácil imaginarla que dar con ella. El terreno es abrupto pero ciclable. Además es difícil perderse: basta con seguir el rastro de botes de cerveza y latas de sardinas que dejan algunos pescadores de orilla, para llegar al camino de salida. A medida que avanzamos el camino se vuelve más evidente hasta convertirse en una pista escondida entre las choperas que crecen al amparo de las aguas del río Mundo a su llegada al Camarillas.
El río Mundo.
El final nos conduce de nuevo a la A-14 para recorrer el asfalto que nos separa de Agramón, donde nos espera la furgoneta a la sombra y las cervezas frías en el bar del pueblo.
Siendo fundamentalmente pistera y rodadora, la ruta es muy interesante y recomendable. Una salida en BTT conjuga el entorno con el recorrido en sí mismo. Y en este periplo, en torno a dos ríos y dos pantanos en el límite de Murcia y Albacete, la exuberancia del paisaje, a pesar incluso de la devastación del fuego, compensa las carencias de la ruta, que con alguna que otra senda para matar el gusanillo, sería de diez. Así que le vamos a poner un nueve, que también está muy bien. Mereció la pena el madrugón para conocer otro rincón tan impresionante como cercano y desconocido para la mayoría.

Todas las fotos:


Track:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4569184

Datos prácticos:
Distancia: 72,5 km                              Desnivel acumulado: 1.043 m
Tiempo en movimiento: 04:30 h.         Vel media (mov): 16,4 km/h
IBP: 94
Dificultad física (Media-Alta) y técnica (Baja).
Observaciones: No vadear el río en caso de abundante agua (o en invierno) y cruzarlo por un puente aguas abajo (después de unos kilómetros de rodeo).

domingo, 26 de mayo de 2013

RÍO CHíCAMO: MAHOYA-MACISVENDA (SENDERISMO)

La cabecera del río Chícamo es un LIC (Lugar de Interés Comunitario) y un LIG (Lugar de Interés Geológico) de la Región de Murcia situado en las proximidades de Macisvenda.
Recientemente se ha señalizado el sendero PR-MU 74 (senda Natural Mahoya-El Cajer) que discurre, por el lecho del río, desde la ermita de Mahoya hasta el inicio del cañon o desfiladero conocido como El Cajer, con una longitud de 8.275 m, a los que hay que sumar 2,5 km adicionales si queremos llegar hasta su nacimiento en las inmediaciones de Macisvenda.
Dejamos los vehículos junto a la ermita de Mahoya, seguimos por una de sus calles y nos desviamos a la derecha (Este) para bajar hasta el lecho del río, en esta zona y en esta época, a tramos seco o con escasa agua.
Pasamos bajo el acueducto de origen romano de Sahués.
A unos 4,5 km del inicio, a la altura de la aldea de El Tollé, el río comienza a llevar un curso continuo de agua, acompañado de una mayor densidad de vegetación.
El sendero a tramos se pierde o reaparece y obliga a cruces intermitentes del río.
Seguimos por los tramos más marcados señalizados con marcas de pintura como PR.
Los márgenes del río están constituidos por margas, testigos sedimentarios de un mar profundo que ocupaba la mitad suroriental de la Región de Murcia hace unos 10 millones de años. Estos terrenos muestran unas características formas de erosión denominadas cárcavas o bad-lands.
A partir de una pista que cruza el río, junto a las casas de La Umbría, el Chícamo discurre por un estrecho cañón o desfiladero, conocido como El Cajer, limitado por paredes rocosas de hasta 40 m de altura.
Hace 10 Ma de los macizos emergidos situados al norte de Macisvenda partían torrentes que, en épocas de grandes precipitaciones, transportaban sedimentos gruesos y originaban, hacia su desembocadura en el mar, pequeños abanicos deltaicos. En los terrenos constituyentes de estos últimos (gravas y conglomerados) se encaja el río en este espectacular tramo.
Algunos rincones invitan, como no, al baño y al disfrute.
Continuamos el curso del río, entre algunas zonas de densa vegetación, hasta que llegamos a una pequeña cascada junto a su nacimiento. Este manantial o surgencia es la salida natural del subsistema acuífero Chícamo, perteneciente al sistema acuífero de Quibas.
Seguimos la pista y salimos a la carretera, en las inmediaciones del caserío de Chícamo, junto al punto donde habíamos aparcado previamente un vehículo.

En resumen, una recomendable ruta que discurre por un verdadero vergel de vegetación, agua y vida, en fuerte contraste con el paisaje árido y desértico circundante, ideal para realizar con niños o en familia. Para rematar la jornada, y a falta de tortilla de patatas, siempre podemos degustar algunas de las especialidades de arroces de las poblaciones próximas.

Track:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4484610

Más información:
Trayecto y geología

Datos prácticos:
Distancia: 11,0 km (Mahoya-Nacimiento)
Tiempo en movimiento: 03:00 h.
Desnivel acumulado: 250-300 m
Dificultad: Fácil-Media.
Observaciones: Llevar calzado de repuesto. Evitar épocas muy calurosas.
Recomendaciones: La distancia de la ruta puede reducirse comenzando, en vez de desde Mahoya, desde una pista que parte de la aldea El Tollé (en la carretera Macisvenda-Abanilla). De esta forma, el recorrido se reduce a una distancia de 6,0 km (ida) y se restringe únicamente al tramo húmedo del río.

viernes, 17 de mayo de 2013

PEDALS DE LOS PORTS

Unos días extra, un clima primaveral y unos amigos con ganas de darle a los pedales es todo lo que hemos necesitado para realizar Pedals de los Ports y disfrutar de los impresionantes paisajes y espectaculares  rincones del macizo montañoso de los Ports, situado entre las provincias de Castellón, Tarragona y Teruel.

Pedals de los Ports es una ruta circular organizada en bicicleta de montaña de 203 kilómetros de recorrido y unos 5.500 m de desnivel positivo acumulado. La organización te proporciona los tracks, te reserva los alojamientos durante la ruta y te ofrece la posibilidad del transporte de equipaje.
En nuestro caso dividimos la ruta en 4 etapas, aunque con un buen estado de forma es factible su realización en 3 etapas, y, dadas nuestras distintas procedencias geográficas (Murcia, Alicante y Valencia), optamos por comenzar la primera jornada desde Vallibona, correspondiendo a la segunda etapa (oficial) de un total de cuatro.

1ª Jornada (Etapa 2/4)- Vallibona-Fredes
Comenzamos a pedalear, después de haber efectuado el viaje ese mismo día, ya avanzada la mañana y después de la reparación improvisada de una cubierta, desde Vallibona (670 m).
Un primer tramo de asfalto al que le siguen agradables pistas junto a masías abandonadas. 
Poco a poco vamos ganando altura.
Un último puerto, con un corto, fuerte y pedregoso repecho, nos conduce a una suave pista y poco después a un agradable sendero de descenso, un verdadero pasillo de vegetación, entre un bosque de encinas, pinos, enebros y carrascas. 
Continuamos el descenso, tomamos unos caminos y llegamos a la Pobla de Benifassà.
Después de una copiosa comida, retomamos la marcha inicialmente por carretera para desviarnos posteriormente por unos caminos tradicionales, entre muros de piedra, y un sendero, entre huertos, próximo a un barranco.
Entramos en Ballestar por una de sus empinadas calles.
Continuamos por senderos y caminos de herradura, tapizados en estas fechas de abundante vegetación, cruzamos la carretera y llegamos a la CV-106.
Solo nos restan 8,5 km y 440 m de desnivel por carretera, en suave subida, acompañados de amplias vistas panorámicas y agrestes paisajes, para coronar el puerto (1.152 m) y llegar al Hostal-Restaurante Colonia Europa de Fredes.

Datos prácticos:
Distancia: 38 km
Tiempo en movimiento: 03:45 h             Velocidad media (mov): 10,1 Km/h.
Desnivel acumulado:  1.500 m               Altura máxima: 1.165 m
IBP: 117

2ª Jornada (Etapa 3/4)- Fredes-Caro
Con unos 6 ºC de temperatura, rachas de viento y amenazadoras nubes mañaneras, iniciamos el descenso por carretera hasta Fredes (1,5 km), sorprendiendo en el trayecto a una pareja de cabras hispánicas.
Dejamos la población y tomamos unas pistas forestales en moderado ascenso, en las que los cuerpos ya van entrando en calor, hasta alcanzar la máxima cota del día (1.331 m) y pasar junto al Tossal de los Tres Reyes, cumbre tri-provincial y tri-autonómica (igual que nuestra "Dividilla"), que separa Castellón, Tarragona y Teruel. 
Un descenso por pista nos conduce junto a las masías de San Miguel de Espinalvà, situadas en una altiplanicie, un privilegiado balcón natural, rodeada de verdes prados en los que pastan tranquilamente una manada de cabras hispánicas.
Disfrutamos con estas espectaculares vistas.
Continuamos el recorrido por un agradable sendero que inicialmente rodea un promontorio rocoso y posteriormente se interna en un frondoso bosque de pinos.
Precioso sendero, en continuo sube-baja y no exento de tramos no ciclables, que después de unos 4,0 kilómetros nos devuelve a la pista Fredes-Caro. Continuamos por esta pista principal, la cual abandonamos, justo después de un pronunciado descenso, por un camino junto al barranco Dels Lladres.
Pasamos cerca del refugio de Font Ferrera y seguimos por un sorprendente sendero, con impresionantes vistas, que discurre por la falda septentrional de Montenegrelo. Alcanzamos una pista en ascenso y posteriormente comenzamos un vertiginoso descenso junto al circo y farallones rocosos que delimitan el barranco de La Fou, Retaule y sus afluentes.
Continuamos por la pista y después de un corto desvío paramos a comer en el bucólico rincón y fuente de Retaule.
Comenzamos una subida ya más prolongada y nos internamos en el hayedo de Retaule que nos envuelve con su particular luz verde-vida.
Pasamos junto al ejemplar más espectacular de este hayedo, el faig Pare ("Haya Padre").
Abandonamos la pista principal y seguimos por un antiguo camino de herradura, a tramos sendero, que pasa junto a algunas masías abandonadas.
Tomamos otro sendero, primero en ascenso y después en descenso, con intermitentes escalones rocosos y tramos no ciclables, que nos conduce a un camino junto al Mas D´Andresito. 
Dejamos la pista principal (Camí de La Solana) por un camino, posteriormente sendero no ciclable, poco definido y entre abundante vegetación, que primero gana altura y después desciende hasta el curso del barranco de Capatx. Cruzamos el arroyo y continuamos por un camino, en fuerte ascenso, que alcanza un collado junto a curiosas formaciones rocosas.
Continuamos por una pista suave, con moderados sube-baja aunque con predominio de tramos de descenso, que nos lleva a una pista principal. Pedaleando por esta última pista, no exenta de ciertos repechos y cuyo tramo final está asfaltado, llegamos a Restaurante-Fonda El Port en Caro.

Datos prácticos:
Distancia: 49 km
Tiempo en movimiento: 05:05 h             Velocidad media (mov): 9,7 Km/h.
Desnivel acumulado:  1.600 m               Altura máxima: 1.331 m
IBP: 131
Observaciones: Trazado en continuo sube-baja por cotas comprendidas entre 1.000 m y 1.300 m.  Senderos con bastantes tramos no ciclables.

3ª Jornada (Etapa 4/4)- Caro-Beceite
Salimos de Caro por una pista asfaltada para desviarnos, inmediatamente a continuación, por un corto tramo de sendero y una pista en ascenso a la que le sigue un fuerte descenso por un camino roto.
Rodamos por una pista que discurre por el fondo de un valle y posteriormente nos desviamos por un camino, a tramos hormigonado, para acometer la más dura subida de toda la ruta y alcanzar las máximas cotas de la jornada.
Continuamos por pistas primero en suave llaneo, luego en bajada y más tarde en ascenso. Llegamos a una finca ganadera y pasamos junto a algunas masías.
Tomamos un agradable sendero en ligero ascenso, con algún tramo puntual no ciclable, y posteriormente en descenso y largo llaneo, hasta que llegamos a una pista.
Nos desviamos por unos fantásticos senderos entre bosques de pinos, con algunos tramos técnicos e increíbles vistas.
Desmontamos de la bici y transitamos por un tramo no ciclable, de fuerte pendiente y firme pedregoso, que nos acerca al curso alto del barranco de Les Tosques.
Retomamos el pedaleo por el sendero y salimos a una pista. Un vertiginoso descenso nos acerca al área recreativa de La Franqueta, desde donde nos desviamos por un sendero "colgado" sobre el río que en algunos tramos o estrechamientos me recuerda al Canal del Cinca.
Paramos a comer, relajarnos un rato junto al río y continuar el descenso, por este fantástico tramo, en dirección a Els Estrets.
Llegamos a Els Estrets, disfrutando del espectacular paisaje, en un tramo realmente delicioso.
Probablemente uno de los tramos más agradables que he tenido ocasión de pedalear, en el que no importa la velocidad, e incluso desearía poder ir a pie, para ralentizar el tiempo y prolongar todas las sensaciones que transmite pedalear por este privilegiado entorno natural.
Todo se acaba, la ruta continua y tenemos que dejar atrás Els Estrets hasta, con toda seguridad, una nueva visita.
Tomamos unas pistas de tierra y asfalto, ya entre campos de cultivo, que nos conducen a Arnes.
Continuamos por tranquilas pistas, amenizadas con un verde y florido paisaje primaveral y el cruce de algunos arroyos, en las que todavía nos quedan por superar algunas subidas y repechos,
Llegamos a Beceite y, justo después de cruzar el puente sobre el río Matarraña, al Hotel Fábrica de Solfa y a la oficina de Pedals de Los Ports.
Nos espera una merecida tarde de asueto, de cervezas y bares, en la única población, o "medio urbano", que vamos a poder disfrutar de la ruta.

Datos prácticos:
Distancia: 55 km
Tiempo en movimiento: 04:20 h             Velocidad media (mov): 12,5 Km/h.
Desnivel acumulado:  1.250 m               Altura máxima: 1.331 m
IBP: 121
Observaciones: Puntuales tramos técnicos de sendero y tramo continuado a pie en el descenso al barranco de Les Tosques.

4ª Jornada (Etapa 1/4)- Beceite-Vallibona
Comenzamos a pedalear, en esta nuestra última y cuarta jornada (primera etapa oficial), en suave llaneo por el camí de Peñarroya y, después de bordear el embalse de Pena por su margen oriental, afrontamos una prolongada subida. A una zona posterior llana le sigue un desvío, o bucle del recorrido, que discurre por las proximidades de los ríos de Los Prados y Tastavíns y nos conduce a la ermita Virgen de la Fuente.
Pasamos Peñarroya de Tastavíns y continuamos por una pista en ascenso hasta alcanzar el Coll de Borla, junto a los impresionantes farallones conglomeráticos de las Rocas de Masmut. 
Nos desviamos por un fantástico y técnico sendero, con tramos intermitentes a pie, envueltos en un ambiente y un paisaje espectacular. Un posterior tramo a media ladera, al que le sigue un rápido y técnico descenso final entre un bosque de pinos, probablemente de los más divertidos de la ruta, nos acerca a una pista paralela al río de Los Prados. 
Seguimos la pista, en suave subida, hasta desviarnos por un camino, cruzar nuevamente el río, y pedalear, junto al arroyo del Avellanar, por un agradable tramo inicial salpicado de pozas y saltos de agua.
Dejamos el curso del arroyo y afrontamos una fuerte y prolongada subida, de trazado zigzagueante y con algunos tramos hormigonados, que nos conduce hasta El Coratxar.
Tomamos un bocata y unas cervezas en el bar-hostal St Jaume junto a la Plaza Mayor, en donde aprovechan para pegarnos un auténtico sablazo (no recomendable), y continuamos la ruta por la carretera CV-109.
Nos desviamos por un camino y sendero, junto al barranco Dels Monjies, al que le sigue un continuado tramo de porteo hasta llegar a una altiplanicie. 
Un técnico, pedregoso y divertido sendero de descenso nos conduce a una pista, junto a las ruinas del Mas de Segures, y posteriormente de nuevo a la carretera CV-109.
Después de 3,2 km de carretera, y antes de llegar a Castell de Cabres, nos desviamos por una pista forestal  en buen estado, con unos cortos tramos iniciales de subida a los que le sigue una larga, rápida y pronunciada bajada.
Pasamos junto al Mas de Grau y entramos a Vallibona junto a los farallones rocosos del barranco de La Gallera. 

Datos prácticos:
Distancia: 58,5 km
Tiempo en movimiento: 04:30 h             Velocidad media (mov): 12,8 Km/h.
Desnivel acumulado:  1.650 m               Altura máxima: 1.253 m
IBP: 129
Observaciones: Puntuales tramos técnicos de sendero y tramo continuado a pie después de El Coratxar.

La ruta discurre por un recorrido bastante acertado y variado, amenizado con raciones diarias de senderos, en el que únicamente cabe mencionar, como tramos menos atractivos o revisables, un corto desvío por camino-sendero posterior a  la Pobla de Benifassà para inmediatamente volver a salir a la carretera, el largo tramo de carretera de ascenso a Fredes (aunque con excelentes vistas panorámicas) y el sendero no ciclable (tanto en subida como en bajada) posterior al Mas D´Andresito (probablemente estos dos últimos tramos de difícil o imposible trazado alternativo). Adicionalmente, sería de agradecer que la organización buscase alternativas o mejoras a las condiciones de alojamiento en Fredes e incluyese, junto al track del recorrido, waypoints de los lugares o puntos más significativos, ya que en nuestro caso, y debido a la falta de los mismos, nos saltamos el desvío/acceso a la cumbre del  Tossal de los Tres Reyes.

En resumen, Pedals de los Ports es una ruta muy recomendable y comparable, salvando las diferencias geográficas, a otras anteriores realizadas (Pedals de FocPedals de OccitaniaEpic TrailTracks del Diable, etc), que permite conocer un agreste y espectacular macizo montañoso, tranquilo, solitario y alejado de los destinos turísticos habituales, con sorprendentes paisajes y excepcionales valores naturales entre los que destacan los entornos próximos a Fredes, Tossal de los Tres Reyes, masías de San Miguel de Espinalvà, Montenegrelo, hayedo y fuente de Retaule, monte Caro, Los Estrets, ermita Virgen de la Fuente, Rocas del Masmut y pozas o saltos de agua del arroyo del Avellanar, todo ello sin olvidar los pintorescos y bien cuidados pueblos atravesados, así como los agradables y divertidos senderos que salpican el recorrido. Todo un conjunto de experiencias y  sensaciones, de esas que únicamente puede ofrecerte la bicicleta de montaña, y que, más allá de lo que describe la crónica o muestran las fotografías, perduran por muchos años. 

Vídeo: