sábado, 10 de mayo de 2014

PEDALES DE ALCARAZ. ETAPA 1: RIÓPAR-BIENSERVIDA

Texto: Chir-liebre
La bicicleta engancha. Es irremediable. Pero hay adicciones mucho peores y todos lo sabemos. La rutina diaria, los telediarios y el conformismo llegan a ser el peor enemigo: ese que no percibimos y termina por controlarnos como a un zombi. Llegando a ese estado los días se repiten, las semanas son iguales y de mes a mes ya no cambiamos ni el vestuario. Total, ya nunca llueve y casi no hace frío. Por eso es tan necesario de vez en cuando cambiar de aires y romper con la rutina. Para tal menester, Las Liebres tenemos la suerte de contar con Andrés, cabeza inquieta donde las haya, que no para de proponer nuevos retos, objetivos, lugares y viajes para reconocer y descubrir en bici o a pie. Y de él partió la idea de dedicar este año el puente del primero de mayo a recorrer la Sierra de Alcaraz en bici de montaña, aprovechando que este año todavía nos quedan fuerzas y ganas de pedalear, y que el próximo nadie sabe lo que nos deparará. Con tiempo, nos pusimos a trabajar planificando el recorrido, consultando quienes mejor conocen la zona y diseñando una logística que permitiese disfrutar y aprovechar el tiempo al máximo. El resultado fue una ruta de tres días con inicio y final en Riópar que es lo que os voy a contar.
Según se acerca el primero de mayo crece la inquietud. Preparamos el viaje como si fuese el de fin de estudios, sin olvidarse nada que nos pueda faltar. En casa y en el trabajo hay que dejarlo todo solucionado para que puedan pasar tres días sin nuestra insustituible presencia, aun siendo días de fiesta, o quizás por ello, te queda un poco de mala conciencia. Con las bicis cargadas y las maletas repletas partimos el miércoles 30 de abril en dirección a Riópar para cenar y pasar allí la noche y estar descansado por la mañana para afrontar la primera de las tres etapas previstas que, además, era, sobre el papel, la más larga y dura: 82 km y 2200 m D+.
En el comedor de Los Bronces compartimos la pasta, las truchas y los goles de mi Atleti. Saludamos al dueño, Alfonso, otro entusiasta de la bici que nunca para y conocimos a Emilio, el taxista de Riópar que nos portaría los equipajes de un lugar a otro. Ambos, y otros más, merecen una mención por el excelente trato que nos han brindado y por sus servicios que han contribuido al éxito de este viaje.

A las 8:00 h del día uno estamos ya en la calle. Comprobando las bicis y esperando que abran el desayuno y lleguen los Javis, que se desplazaban esa misma mañana desde Yecla.
A las 9:00 h partimos desde Riópar por el Arroyo de la Vega hasta las Casas de Las Tablas cruzando la CM-412, entrando de sopetón en la Vereda de Bogarra y senda por Los Majuelos para sacudirnos, en los primeros repechos, el poco frío y el sueño que nos pudiese quedar. Primeras sendas que nos dejan en el camino que viene de El Gollizo hacia Riópar Viejo, que aparece a nuestra izquierda con el Padroncillo al fondo.
Apenas un kilómetro de pista y llegan las segundas sendas y caminos que van remontando hasta el Collado de Las Crucetillas, con algunos tramos demasiado duros y que en una ruta como esta no nos debe importar empujar. Además de conservar las fuerzas, que el día será largo y nos harán buena falta, nos podemos recrear con las vistas de Riópar y su  valle que vamos dejando atrás. En tres ocasiones nos acercamos a la carretera, que, de momento, no hay que tocar. Hacia el km 11 alcanzamos  el collado, continuando por el camino hacia el Cortijo del Manojal, donde no puedo sino recordar la tremenda nevada y emboscada en la que hace 17 años nos metimos Del Ramo y yo por esos pagos. Estos días de primavera la temperatura y el terreno no se parecen a los de aquel día de diciembre, pero el viejo camino que va a La Vegallera flanqueado por las crestas de la Sierra del Gallinero conserva toda su belleza y atractivo.
En el km 17 cambiamos el camino por las sendas y viejos caminos que, salvo un inevitable paso por la carretera, nos llevarán hasta El Batán del Puerto. Un descenso agradable y divertido en el que no falta el agua, teniendo que cruzar en un par de ocasiones el Arroyo de Los Endrinales que bajaba con bastante agua. Es recomendable para este tramo echar unos calcetines secos, pues difícil será evitar que las zapatillas se nos llenen de agua. Y en los días de invierno, que cada cual decida por donde cruzar.
Llegamos al Batán y paramos a almorzar en el Hostal. Siguiendo la máxima de que donde fueras haz lo que vieras, nos apuntamos al plato típico local: migas con huevos fritos, tocino y chorizo. ¿Alguien lleva Almax? Porque alguno después (yo mismo) lo iba a necesitar.
Bien pasadas las doce terminamos de almorzar. Al subir de nuevo a las bicis comprendimos las consecuencias de tan disparatado almuerzo. La senda hacia el Cortijo de Perines nos espera en el paraje del Encebrico. Medio kilómetro al 20% no es lo más recomendable para después de almorzar, pero es lo que había, pues hasta el final del día no volveríamos a ver un bar.
En el Cortijo acaba la senda y seguimos la subida por caminos y pistas hacia Las Almenaras. En la Fuente de la Fuenfría nos desviamos a derecha para visitar la escondida cascada de El Chorraero y volver a nuestra faena de llegar a la Fuente del Pino de los Muchachos, donde por fin se me pasaron las angustias que llevaba por la mala digestión de las migas de los huevos. No se me volverá a ocurrir, pensaba, intentando engañarme a mí mismo, como si no me conociera.
Tras un rato de descanso en el abrevadero de la fuente emprendemos la bajada. Una senda de categoría, otra vez en bajada, por el Barranco del Ciervo en dirección al Cortijo de Tortas. Siendo cuidadoso se baja sin problemas. Siendo demasiado fogoso, te puedes llevar un buen susto, como Javi, sin consecuencias por suerte.
Justo en el cortijo tomamos la carretera CM-3216 por un par de kilómetros hasta alcanzar el alto de El Barrancazo. Allí comienza la pista que recorriendo la ladera de Las Almenaras llega hasta la aldea de Zapateros tras rodear un embalse recientemente construido. Un largo y entretenido recorrido por pista presidido en todo momento por la crestería pétrea de Las Almenaras.
Llegamos a Zapateros siendo ya las 15:45 h, buena hora para comer. Paramos junto a una fuente al llegar a las casas. Pero Las Liebres ya se han malacostumbrado al buen vivir y no les seduce la idea de comerse el bocadillo con agua, por muy pura, cristalina y serrana que sea, por lo que deciden entrar a explorar el pueblo en busca de eso que se está pensando: un bar. Evidentemente, sin éxito. La población oficialmente censada en la aldea es de un habitante, y para tan poca parroquia basta con el mueble bar del comedor de su casa. No había bar en Zapateros, pero sí salió a recibirnos su único habitante: el Chato. A saber lo que pensaría al vernos, pero debimos de causarle tanta lástima (¿Estos tíos a estas horas por aquí y sin comer?) que no dudó en sacar una docena de botes de cerveza (Águila Negra, nunca se me olvidará) que quisimos pagarle, a lo que se negó. Y con el refrescante premio obtenido volvimos junto a al fuente donde nos comimos el bocadillo que nos supo a gloria.
A mitad de comida bajó a visitarnos el Chato. Un tipo interesante este Chato. Nos estuvo contando su rutina y sus quehaceres en medio de la sierra. Básicamente su dedicación principal era vivir la vida. Alejado y de vuelta de todo, sin coche, sin moto, sin bici, sin teléfono, sin preocupaciones el Chato se dedica a cuidar su huerto, sin obsesionarse mucho; si las plantas dan fruto, se los come, y si se secan se las fuma. Todo lo aprovecha. Y no se pierde las fiestas de ningún pueblo de los alrededores, aunque tenga que andar toda una mañana por el monte para llegar al baile de Bienservida. Eso sí, nos dejó bien claro que su colega y él recibían frecuentes visitas de sus amigos y amigas, que les llevaban de todo y lo pasaban genial. Así se entiende que con poco más de quinientos euros pasase el año. Un personaje singular que marcó el primer día de la ruta.
Otro par de kilómetros por la CM-412 y nos desviamos a derecha en dirección a Bienservida por el paraje de El Ojuelo. Terreno quebrado entre pinares donde nunca llega la cuesta abajo y si llega dura poco. Ahora son los montes de El Padrón y La Sarga, formando una imponente mole pétrea, los que presiden el camino, que según va llegando a su final en Bienservida nos descubre una tierra de olivares más características de las tierras jienenses vecinas que de las albaceteñas en que todavía nos encontramos.
A las 17:45 h llegamos a la terraza del Hotel Florida, nuestra meta de ese día. Unas merecidas cervezas y un rato de conversación antes de subir a las habitaciones, en las que hubo cierto desconcierto al principio, aunque al final todos encontramos acomodo.
Con una sabrosa y abundante cena repusimos los depósitos para el día siguiente y tras un breve paseo por el pueblo, nos fuimos a descansar. No oí a nadie roncar, ni levantarse ni abrir o cerrar una puerta. Los 82 km de la ruta con sus más de 2200 m. de ascensión actuaron como el más potente de los somníferos, sin receta y sin efectos secundarios. Como se puede ver en la última foto, el tratamiento anti-stress funcionó a la perfección y bastó un solo día para conseguir que todos nos relajásemos y nos olvidásemos del mundo y de sus problemas. A partir de ese momento, nada más nos restaba disfrutar de una ruta espectacular en medio de un paraíso redescubierto: Riópar y sus alrededores.

Datos prácticos:




Alojamientos:
Riópar: Hostal Los Bronces. Tfno 967435033.
Bienservida: Hotel Florida. Tfno 967395714.
Tus: Hotel Balnerario de tus. Tfno 967436817.
Transporte de equipajes: Taxi Emilio, Riópar. Tfno 627411444.

TODAS LAS FOTOS DE ANDRÉS, SALVA, FRAN Y MÍAS:

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EL VÍDEO DE MIGUEL LUCAS. ¡MIL GRACIAS!

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