sábado, 10 de mayo de 2014

PEDALES DE ALCARAZ. ETAPA 3: BALNEARIO DE TUS-RIÓPAR

Texto Chir-liebre
Acabo de buscar en el diccionario el significado de la palabra molejón y resulta ser una piedra de molino o muela muy grande. Después de subir al Molejón de Moropeche es muy fácil de entender cuán sabia es la definición de tan curiosa palabra y lo acertado del nombre con el que se bautizó la mole calcárea que se sitúa entre el Calar del Mundo y el Valle del Río Tus a la altura del Balneario.
Un poco más temprano que los otros días ya estábamos preparados las trece liebres del altiplano y la erbi vasca en la puerta del Hotel Balneario de Tus dispuestos a emprender la marcha. Hoy tampoco iba a faltar comida; para variar. El desayuno ha sido puntual y abundante, y la dirección del Hotel nos ha preparado un pic-nic para el almuerzo que habría bastado para dar de almorzar a todos los gavilanes un domingo en la mañana. Despedimos a Emi y Carolina y empezamos a pedalear.
La etapa empieza, sin más prólogo, subiendo por asfalto hasta  la aldea de Los Ruscas, donde se toma a mano derecha un camino que viene desde Moropeche. Vamos ganando altura sin cesar disfrutando de mejores vistas a medida que nos elevamos sobre el valle. Cerca del cuarto kilómetro, en un cruce a derecha, la cosa empieza a ponerse realmente seria. La pista tira hacia arriba sin descanso en una espectacular ascensión por la ladera sur de la montaña cuya dureza se compensa sobradamente con las vistas abiertas hacia el valle del Río Tus y el macizo montañoso que lo rodea.
Hacia el km 6 se alcanza una planicie que permite tomarse un respiro y disfrutar el paisaje sin necesidad de bajar de la bici. Los más jóvenes van por delante. Nosotros disfrutamos cada pedalada de forma calmada, intentando abarcar y apreciar lo extraordinario y solitario de aquel lugar alejado de los itinerarios más turísticos y convencionales. Cuatro empujones más y nos habremos chupado los 650 metros de desnivel que nos distancian del Balneario en menos de nueve kilómetros, que para un tercer día de ruta son un esfuerzo considerable.
Estamos ahora en La Llanada. El camino termina en las ruinas de un cortijo y la planicie, casi en la cota 1.500 presenta evidencias de haber estado incluso cultivada tiempo atrás. Aunque no hemos encontrado prueba alguna de que esta travesía se haya hecho en bicicleta, hasta aquí, sabíamos que, con mayor o menor dificultad, podríamos llegar. A partir de este punto la ruta sigue un track de senderismo.
Teníamos la certeza de que la zona era llana, sí, pero ni en los mapas ni en las ortofotos se puede apreciar cuán gordas, afiladas y densas son las piedras de este casquete rocoso de apariencia lunar. Al principio seguimos las trazas de una estrechísima senda que con la misma facilidad que aparecía, de nuevo se perdía. La senda nos fue acercando al borde de los acantilados y en el terreno desapareció definitivamente cualquier resto de tierra. A paso lento, pero sin detenernos, las ruedas empalman una piedra con otra y el terreno se deja ciclar casi en un 70%.
La llanura alcanza el mismo borde del escarpado del valle desde el que hay unas vistas increíbles con el Valle de Tus abajo, el Calar del Mundo enfrente y La Llanada y el Puntal de Moropeche a nuestra espalda.
Seguimos en dirección al collado de Moropeche con la incertidumbre de si sería posible o no salir de aquellas olas petrificadas por donde pretendíamos hacerlo o nos tocaría volver sobre nuestros pasos. A nuestros pies, los acantilados siguen siendo insalvables y el terreno se ha vuelto definitivamente impracticable. Pero al final, aun con la ausencia del gran guía en las situaciones más desesperadas, Pepe del Ramo, pero manteniendo la fe ciega en el nuevo duce tecnológico, o sea, en el GPS, llegamos a un arrastradero de tierra suelta por el que accedimos al prado del Collado de Moropeche sin ninguna dificultad, algunos incluso volviendo a subir en la bici ya hasta el final. Por suerte la aventurilla acabó bien y me libré de la lapidación.
 
Aprovechamos aquel paradisiaco lugar para comernos el bocadillo del Hotel y seguimos la marcha por un tramo que ya conocíamos de una salida del año 2012. Desde el collado toca andar empujando la bici cerca de un kilómetro.
Unos tramos por otros, poco más de un cuarto de hora. Acaba la subida y se inicia una senda en bajada que se hace sin problemas para llegar al fondo del valle del Arroyo de Tus en su parte alta, a 1.450 metros, para cruzar sus aguas rojizas. Desde aquí la senda va, ahora en suave subida, siendo cada vez menos clara. Termina por desdibujarse y la guía para avanzar es seguir las trochas que deja el ganado en sus desplazamientos hasta la Fuente del Buitre, que también es nuestro destino. Esta travesía por ese desierto lunar es sin duda uno de los momentos más grandes e impresionantes de estos tres días. El arroyo se abre paso entre La Cuerda de Los Tornajos y la Loma Pelada a los pies del Argel, atravesando un paraje rocoso sin apenas vegetación que resulta sobrecogedor.
En los últimos doscientos metros la cuesta se pone otra vez tiesa y obliga a descabalgar justo antes de doblar el collado y dar vistas al Calar.
Nos acercamos a la Fuente del Buitre a repostar y continuamos por la senda, en dirección oeste, atravesando la llanura del Calar. Se suceden subidas y bajadas y el trazado mantiene casi todo el tiempo un alto grado de dificultad. Hacia el km 22 doblaremos el último collado y la senda, definitivamente, empieza a bajar. El trazado y el terreno no son fáciles. Continuos escalones rocosos obligan a mantener una atención constante.
El mirador elevado sobre el nacimiento del Río Mundo nos devuelve el contacto con la civilización. El sendero se va “civilizando” y nos permite a todos disfrutar de su extraordinaria belleza en un entorno sin igual. Al final aparece el camino y la cerca de los toros que, en esta ocasión, no tenemos que cruzar, pues nuestro siguiente destino es La Cañada de Los Mojones.
Durante más de tres kilómetros hoy podremos llanear. Además en un entorno en el que también se agradece pasear de forma distendida saludando a los caminantes.
Pronto se deja atrás el Portillo de Los Perros y el camino acaba en una nave ganadera. Empieza aquí una senda de ensueño que se introduce en la Torca de los Melojos, un bosque relíctico (superviviente de otras épocas) de encinas y robles y que parece sacada de un cuento de hadas. No soy capaz de transmitir la sensación de atravesar en bicicleta la penumbra entre los robles; quien la quiera experimentar no tiene otro remedio que ir a visitarlo.
La senda acaba en la pista del Barranco de la Huesa. La seguimos poco más de un kilómetro y entramos en otra senda que sigue bajando entre pinos y encinas hasta que, no hay más remedio, empieza a tirar hacia arriba. Queramos o no, hay que subir a la altura del Puerto del Arenal. Tan bonita como dura, la senda nos va desgastando. Y son ya más de las dos cuando llegamos al Arenal.
Allí las familias comen y retozan en el área de recreo. Nosotros tomamos rumbo a las Casas de la Noguera por la Senda de las Raíces y la que sigue junto al Arroyo de Roblellano. A estas alturas ya hay muchas ganas de llegar y decidimos dar vía libre para llegar de manera escalonada a Los Bronces y acortar el tiempo de espera para la ducha. El grupo se fragmenta de tres o cuatro. Alguna confusión de senda y algún atajo improvisado consiguen que nos alcancen aquellos a los que perseguíamos.

Desde las Casas de la Noguera salimos de nuevo río arriba en dirección a los Chorros. El laberinto de sendas nos deja al final en el parking del río mundo. Acompañamos a nuestro amigo Carlos hasta el mirador de los Chorros para hacernos las fotos de rigor y bajamos de nuevo el turístico trayecto.
Ya solo quedaría bajar a Riópar para terminar. Pero una imprudencia, un descuido o un ansia desmedida nos hicieron meter en el track una senda de más, con un tramo en subida que a la postre fue la puntilla definitiva. La senda entre encinas es realmente bonita, pero a estas alturas de la ruta, tanta dureza no se disfruta igual.
Acaba la última senda y tomamos los arramblados caminos del margen izquierdo del Río. Cruzamos el  río Mundo por el Puente de la Viga y llegamos al punto desde que partimos dos días antes: el Hostal Los Bronces.

Tras las ducha, la llegada a meta se celebró comiendo un par de huevos fritos con su buen acompañamiento. Desde luego, ésta ha sido una ruta de  tres pares de huevos: el primero en El Batán, el segundo en Villaverde y el tercero en Riópar. Lástima de dinero gastado en barritas, geles y otras porquerías porque igual que se fueron para Riópar volvieron para Yecla.
Al final de la comida, contando con la presencia del presidente, el secretario y el primer vocal del Club BTT Las Liebres Yecla, procedimos a nombrar al compañero de ruta y vecino de Vitoria, don Carlos Merino, Liebre Adoptiva (adopziozko Hare) para lo que se ha tenido que esforzar entre bastante y mucho.

Y con las últimas risas y buenaventuras nos subimos en los coches y volvimos a nuestras respectivas madrigueras con la sonrisa de oreja a oreja y sin terminar de salir del asombro por la impresionante ruta que habíamos completado. A todos nos habría gustado seguir el tratamiento anti-stress unos días más. Es lo que el médico recomienda. Pero hay que volver a la realidad para poder abandonarla de vez en cuando.

DATOS PRÁCTICOS:

TRACK AQUÍ:

Alojamientos:

Riópar: Hostal Los Bronces. Tfno 967435033.
Bienservida: Hotel Florida. Tfno 967395714.
Tus: Hotel Balnerario de tus. Tfno 967436817.
Transporte de equipajes: Taxi Emilio, Riópar. Tfno 627411444.
TODAS LAS FOTOS DE ANDRÉS, SALVA, FRAN Y MÍAS:




ENLACE AL ÁLBUM COMPLETO.

La bici de montaña permite abarcar mucho territorio en una jornada. La ruta que describimos recorre los lugares más emblemáticos de la zona en un tiempo realmente corto. Sorprende encontrar esos parajes serranos, casi de alta montaña, tan cerca de casa. Hemos pretendido evitar al máximo los tramos de asfalto y siempre que había una alternativa por sendas, se ha recorrido, incluso en el sentido contrario al que normalmente se suele hacer. No nos arrepentimos de nada. Tampoco de tener que empujar la bici en algunos tramos, y queremos dejar clara esta advertencia a quien decida seguir nuestros pasos.

Algunos pasos son realmente técnicos y difíciles. Hay lugares que están al alcance de muy pocos y hay que ser conscientes de que el rescate de un accidentado podría ser muy complicado en ciertos sitios. Hay que extremar la prudencia. Nadie tiene que demostrar nada, Y, sin dudarlo, no se debería hacer una ruta así sin contar con un seguro adecuado.

La época escogida, primavera, nos ha permitido disfrutar plenamente de estos tres días. La temperatura ha sido perfecta y no ha llovido. El inverno fue lluvioso por allí y el agua brotaba por todas partes. Nadie ha sufrido calambres ni desfallecimientos (lógico, viéndonos almorzar) y las averías se han reducido a un pinchazo, un radio roto y una cadena enredada. Gran invento las cubiertas tubeless.

En todas partes hemos tenido la colaboración y la atención más exquisitos y el ambiente amistoso y el interés común, tónica de este gran grupo irrepetible, han sido la clave del éxito del viaje. Muchas gracias a todas las Liebres Serranas sin cuya paciencia y colaboración no habríamos alcanzado lo que para mí, y supongo que también para los demás, ha sido un verdadero reto y éxito personal.

Nos vemos en la próxima (que seguramente ya se está empezando a cocer).

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